miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Dulce Mosto de la Indignidad


Mirando al Cielo



El dulce Mosto de la indignidad

“No os embriaguéis con vino, en el cual hay disolución; antes bien, sed llenos del Espíritu”  (Efesios 5:16)

Cada vez que hay fiestas en nuestro país, hay muertes que lamentar. En navidad, año nuevo, fiestas patrias o feriados largos, nos enteramos (y con tremenda indiferencia) del saldo de muertes por causa de accidentes automovilísticos. La causa principal: el Alcohol. La irresponsabilidad de los conductores ebrios, y de los pasajeros que se suben a un vehículo conducido por ebrios, son los factores principales de muertes por impacto. Otros no mueren, pero quedan lisiados, mutilados, o con tremendas crisis emocionales y sicológicas. También pagan “justos por pecadores”, pues terceros se ven en desgracia por otro irresponsable que conducía ebrio. Y todo indica que seguirán las muertes, los accidentes y las lesiones a terceros, porque lamentablemente, el alcohol es un mal necesario (sin alcohol, no hay fiesta, dicen muchos), social  y legalmente aceptado. Y no solo trae tragedias en las carreteras, también en el comportamiento, cuando muchos terminan en riñas, golpeados o abusados;  en las familias, en el empobrecimiento de estas por “tomarse la plata”; en la perdida de dignidad, pues he visto a muchos “respetables” terminar de forma vergonzosa e indecorosa. Todos saben sus efectos, pero aun así, las ventas se disparan en tiempos de fiestas. Nadie quiere sacrificar una buena celebración por la falta de un buen trago, total, a nadie nos pasará lo que trágicamente le sucede a otros,.. Otros que pensaron de la misma forma. Y los grandes defensores de esta forma de celebrar se amparan en “que hay que saber tomar”, pero vemos la mayor de las veces que tal cultura no existe, porque el alcohol termina agarrándote como una serpiente que muerde, para causarte mucho dolor (Proverbios 23:32) y luego de lamentables estados producidos por el dulce mosto de la indignidad, la gente lo vuelve a buscar (Proverbios 23:35).
Para el pueblo cristiano, este tipo de comportamiento y aceptación  debiera rechazarse tajantemente, pues son claro los argumentos que vemos en nuestro entorno y más claro los argumentos bíblicos para alejarnos a toda prisa de una “cultura etílica”. Es nuestro Dios quien nos dice que “el vino es escarnecedor y la sidra alborotadora” (Prov. 20:1) y “el que ama el vino no se enriquecerá” (21:17), al contrario, siempre terminan pobres. Les dice a obispos y diáconos que no sean dados al vino (Tito 1:7) y a las mujeres ancianas les implora que no sean “esclavas del vino” (Tito 2:3). Y si bien Cristo convirtió el aguan en vino, este vino celestial difiere mucho del vino terrenal, pues el mismo que condena la embriaguez, no se contradijo creando un vino alborotador, al contrario, su bebida era dulce, nueva y reparadora, totalmente diferente al vino ofrecido anteriormente. También es bueno considerar las historias bíblicas relacionadas con el vino, las que evidencian serios problemas para los que lo consumieron hasta la embriaguez, como Noé, Sansón, Saúl, y hasta David tratando de engañar a Urías, embriagándolo. Todas historias tristes y lamentables, en tiempo donde las desgracias por la embriaguez no eran por accidentes automovilísticos.
Concluyo citando las palabras del profeta Isaías: “Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez” (Isaías 5:11). En pocas palabras, te animo a escapar de la maldición del alcohol y celebrar estas fiestas patrias COMO DIOS MANDA. Y el manda a abstenerse de lo que contamina al hombre y ser llenos del Espíritu, controlados por el mismo Espíritu Santo de Dios, no por nadie ni nada más. Felices fiestas. Bendiciones.

Pastor Marcelo Valdés.

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