miércoles, 7 de diciembre de 2011

Para que Dios sea mi Estandarte


Mirando al cielo



Para que Dios sea mi Estandarte

“Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová Nisi” Éxodo 17:15

Dios se revela con distintos nombre en la Biblia para dar a conocer su carácter y poder, o alguno de sus atributos. Como “Jehová Jiréh” (Dios proveerá), “Jehová Rohí” (Dios es mi Pastor), “Jehová Shalom” (Dios es mi paz), “El Shaddai” (Dios Todopoderoso), “Adonai” (El Señor), etc. El provee, nos pastorea, es nuestra paz, es Dios todopoderoso y Señor de todo titulo y de nuestras vidas. JEHOVÁ NISI significa DIOS ES MI ESTANDARTE. Es el que lucha por nosotros y nosotros por él. Es nuestro escudo, nuestro emblema que nos representa ante toda hueste que quiera algo contra nosotros o que nos demande a quien pertenecemos.
Para que realmente Dios sea nuestro estandarte, nuestro “Jehová Nisi”, debemos considerar tres cosas.
1-      Debemos estar bajos sus filas, pertenecer a su ejército, a su bando. Eso comienza reconociendo a Jesucristo como único salvador, dándole el total control de nuestras vidas a nuestro nuevo General. Como el joven que se presenta en el ejército, quien deja de vestir o de peinarse de una forma, para vestir un mismo uniforme y tener todos un mismo capitán, dispuestos a representar a su bandera, más que a sí mismos. Ya no pertenecemos a “Mamá o Papá”, sino al ejército Patrio. Peleas y defiendes, pero te defienden y pelean por ti también. Cuando pertenecemos a las filas de Dios cobra más fuerza el encabezado del Salmo cuando dice que “el que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente”. Es aquí cuando podemos apoderarnos del versículo “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. Solo estando en el bando de Dios, él será nuestro estandarte.
2-      Para que Dios sea nuestro estandarte, hay que estar dispuesto a ir a la guerra. Moisés llamó a Jehová como su estandarte, porque los libró de una cruenta batalla contra los Amalecitas, tribus nómadas y saqueadoras que vivían del pillaje y el abuso (Deuteronomio 25:17-19).  Llamó a Josué y le mando que buscase hombres valientes para la guerra y triunfaron, pues sabían muy bien por quien y con quien estaban luchando: Jehová, quien era su estandarte. Si no estamos dispuesto a la guerra, esa guerra espiritual que tenemos contra huestes espirituales de maldad, de resistir al Diablo, dejándonos llevar por la comodidad, casi en estado catatónico, no podremos jamás decir “Jehová Nisi”. Pero cobremos fuerzas con esta verdad: Con Dios la victoria está garantizada y la destrucción del enemigo está sentenciada. Solo se esforzado y valiente.
3-      Para poder decir con propiedad “Jehová Nisi”, debemos estar dispuesto a levantar los brazos de los nuestros. Fue el caso de Moisés, quien levantaba su vara al cielo en un signo de total dependencia de Dios para la victoria, pero se cansaba, y tendía a bajar los brazos, prevaleciendo el enemigo. Entonces Aarón  y Hur, atentos a la necesidad de su compañero, cada uno le sostenía un brazo, hasta cuando la victoria fue segura. Nosotros debemos tener la misma sensibilidad para con los nuestros, aún con nuestros líderes, a quienes hay que apoyarlos, no hundirlos, menos en situaciones complicadas y difíciles. Cuando uno obra de manera mezquina, solo busca su propio bien; no así cuando se atiende la necesidad de otro. Si estás dispuesto a la guerra espiritual, Dios será tu estandarte, el mismo estandarte de tu hermano, del cuerpo de Cristo.
4-      La destrucción del enemigo es inminente cuando se alza en contra del estandarte de Dios o quienes lo representan. La guerra está ganada desde ya, y Satanás y las huestes espirituales ya están vencidas, si bien pueden ganar batallas. Los Amalecitas fueron completamente destruido porque Dios así lo determino, cuando rezó su sentencia: “raeré del todo la memoria de Amalec” (14). Eso sucedió años más tarde, con el rey Saúl, donde fueron barridos, en la tristemente célebre derrota por manos del primer monarca de Israel (1Samuel 15:2-9). Los Amalecitas ahora son solo historia, y todo enemigo de Dios será algún día una triste historia del pasado. Más, los de su bando, seguirán viviendo bajo la protección de su general, quien seguirá siendo nuestro estandarte. Bendiciones.

Pastor Marcelo Valdés

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