Mirando al Cielo
De Pascueros y esas Mentiras
“Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11)
La Navidad es el cumpleaños de Jesucristo. No de
nosotros. No de los niños. Es él el motivo de las celebraciones, si bien ha
sido usurpada esta santa motivación por otras más humanas y egoístas. Esa es la
pura y santa verdad. Y a costa de granjearme diferencias y menosprecios de los
más puristas celebradores de la navidad, insisto hasta el cansancio, ES EL
CUMPLEAÑO DE CRISTO, no el nuestro, ni de los niños. Eso es mentira. El problema está en despojarle
al festejado su celebración con falsedades adornadas de sublimes y sensibles
motivaciones.
Otro problema práctico está en lo
material. Si bien no hay ningún problema en regalar en esta o cualquier fecha
del año, si lo es el sobre endeudamiento, generada por la presión mercantil,
las fulminantes publicidades y ofertones navideños. Todos reciben algo, la mayoría quedan atrapados a 12 meses
plazo (endeudado de navidad en navidad) y CRISTO NO RECIBE NADA. Y no es que
nuestro Señor esté interesado en lo que pueda obtener de la billetera de
cualquiera de nosotros, seguro tiene todo lo que nosotros no tenemos, pero
cuando pide el corazón, la vida, una actitud, una bondad, un perdón, una dadiva
para con el prójimo, una sonrisa, un alto a la amargura, una visita a su
Palabra o a su iglesia ¡No obtiene nada!... Adornamos árboles, casas, patios y
mesas; nos deslumbramos con tantas luces y colores y gastamos para tener el
pesebre más bonito. Pero Cristo no es más que una figura de yeso en un frio
pajar, que observa sin poder hablar y gritar: “¡Es mi cumpleaños! ¿No hay nada
para mí?”.
Es por el egoísmo humano que Cristo fue relegado
a una fría figura y se creó una menos escrutadora, más bonachona y dadivosa: El
Viejo Pascuero. Agente de lo inmediatamente material, viejo mágico y sonriente,
tan omnipresente como Dios, más misericordioso que nuestro Salvador. Mientras
Cristo vino a dar la vida por los pecadores para que puedan acceder al cielo,
después de la muerte, este vino a dar regalos ¡ahora!, sin esperar a morir; y
lo hace de año en año... Como diría Salomón ¡Que aflicción de espíritu! Porque
el mundo no piensa en hacer tesoros en el cielo, ¡Los quiere aquí y ahora!.. y
está dispuesto a todo para lograrlo, aún a costa de crear un ser peor que las
más descabelladas mitologías, como lo es la figura del “mítico” santa Claus.
Pero es una absurda mentira.
Tan mentirosa propuesta no puede tener el visto
bueno de Dios. Tan mentirosa
farsa no es más que una forma de legitimisar el consumismo al que siempre
aspiramos. Queremos tener, no dar. Nos engañamos regalando a nuestros hijos,
creyendo que damos, pero solo hacemos lo que siempre un padre hace con sus
hijos: dar, y eso no nos hace buenos, solo nos hace padres.
Bueno es darle la gloria al Salvador, al
verdadero cumpleañero. Bueno es regalarle el corazón a él, porque a eso vino al
mundo. Bueno es ser llamado hijo de Dios, y Cristo es Dios.
Bueno es no mentir,.. Podríamos partir
por ahí.
Bendiciones en esta Navidad.
Pastor Marcelo Valdés
No hay comentarios:
Publicar un comentario