Mirando al cielo
Para que Dios sea mi Estandarte
“Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová Nisi” Éxodo 17:15
Dios se
revela con distintos nombre en la Biblia para dar a conocer su carácter y poder,
o alguno de sus atributos. Como “Jehová Jiréh” (Dios proveerá), “Jehová Rohí”
(Dios es mi Pastor), “Jehová Shalom” (Dios es mi paz), “El Shaddai” (Dios
Todopoderoso), “Adonai” (El Señor), etc. El provee, nos pastorea, es nuestra
paz, es Dios todopoderoso y Señor de todo titulo y de nuestras vidas. JEHOVÁ
NISI significa DIOS ES MI ESTANDARTE. Es el que lucha por nosotros y nosotros
por él. Es nuestro escudo, nuestro emblema que nos representa ante toda hueste
que quiera algo contra nosotros o que nos demande a quien pertenecemos.
Para que
realmente Dios sea nuestro estandarte, nuestro “Jehová Nisi”, debemos
considerar tres cosas.
1-
Debemos estar bajos sus filas, pertenecer a su ejército, a su bando. Eso
comienza reconociendo a Jesucristo como único salvador, dándole el total
control de nuestras vidas a nuestro nuevo General. Como el joven que se
presenta en el ejército, quien deja de vestir o de peinarse de una forma, para
vestir un mismo uniforme y tener todos un mismo capitán, dispuestos a
representar a su bandera, más que a sí mismos. Ya no pertenecemos a “Mamá o
Papá”, sino al ejército Patrio. Peleas y defiendes, pero te defienden y pelean
por ti también. Cuando pertenecemos a las filas de Dios cobra más fuerza el
encabezado del Salmo cuando dice que “el que habita al abrigo del Altísimo,
morará bajo la sombra del Omnipotente”. Es aquí cuando podemos apoderarnos del
versículo “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. Solo estando en el bando
de Dios, él será nuestro estandarte.
2-
Para que Dios sea nuestro estandarte, hay que estar dispuesto a ir a la guerra.
Moisés llamó a Jehová como su estandarte, porque los libró de una cruenta
batalla contra los Amalecitas, tribus nómadas y saqueadoras que vivían del
pillaje y el abuso (Deuteronomio 25:17-19).
Llamó a Josué y le mando que buscase hombres valientes para la guerra y
triunfaron, pues sabían muy bien por quien y con quien estaban luchando:
Jehová, quien era su estandarte. Si no estamos dispuesto a la guerra, esa
guerra espiritual que tenemos contra huestes espirituales de maldad, de
resistir al Diablo, dejándonos llevar por la comodidad, casi en estado
catatónico, no podremos jamás decir “Jehová Nisi”. Pero cobremos fuerzas con
esta verdad: Con Dios la victoria está garantizada y la destrucción del enemigo
está sentenciada. Solo se esforzado y valiente.
3-
Para poder decir con propiedad “Jehová Nisi”, debemos estar dispuesto a
levantar los brazos de los nuestros. Fue el caso de Moisés, quien levantaba su
vara al cielo en un signo de total dependencia de Dios para la victoria, pero
se cansaba, y tendía a bajar los brazos, prevaleciendo el enemigo. Entonces
Aarón y Hur, atentos a la necesidad de
su compañero, cada uno le sostenía un brazo, hasta cuando la victoria fue
segura. Nosotros debemos tener la misma sensibilidad para con los nuestros, aún
con nuestros líderes, a quienes hay que apoyarlos, no hundirlos, menos en
situaciones complicadas y difíciles. Cuando uno obra de manera mezquina, solo
busca su propio bien; no así cuando se atiende la necesidad de otro. Si estás
dispuesto a la guerra espiritual, Dios será tu estandarte, el mismo estandarte
de tu hermano, del cuerpo de Cristo.
4-
La destrucción del enemigo es inminente cuando se alza en contra del
estandarte de Dios o quienes lo representan. La guerra está ganada desde ya, y
Satanás y las huestes espirituales ya están vencidas, si bien pueden ganar
batallas. Los Amalecitas fueron completamente destruido porque Dios así lo
determino, cuando rezó su sentencia: “raeré del todo la memoria de Amalec”
(14). Eso sucedió años más tarde, con el rey Saúl, donde fueron barridos, en la
tristemente célebre derrota por manos del primer monarca de Israel (1Samuel
15:2-9). Los Amalecitas ahora son solo historia, y todo enemigo de Dios será
algún día una triste historia del pasado. Más, los de su bando, seguirán
viviendo bajo la protección de su general, quien seguirá siendo nuestro
estandarte. Bendiciones.
Pastor Marcelo Valdés
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